Se sientan en el Sofá

sábado, 29 de marzo de 2008

viernes, 28 de marzo de 2008

BALADA DE OTOÑO

Era una tarde de otoño gris, lluviosa y desapacible. El viento golpeaba la cara de Alfredo con gotas de lluvia mientras avanzaba por la vereda del bosque camino a su cita con Clara.- "No va a venir - se dijo mientras aceleraba el paso - no va a venir con este tiempo. Me muero por verla, por acariciar su cara, sus manos, besarla... Pero con este tiempo no va a venir. Pondrá una excusa y se quedará en casa, frente a la chimenea, lamentándose de la lluvia en vez de reconocer su poco amor".
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La había conocido año y medio antes, en la playa. Ella miraba el mar como si esperara ver llegar a alguien desde las oscuras aguas. La observó una hora entera antes de decidirse a hablar con ella y caer bajo el hechizo de su sonrisa, de la magia de sus ojos. En ese preciso momento Alfredo comprendió que estaba perdido, atrapado en cuerpo y alma, rendido.
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Clara se dejaba querer, se dejaba mecer en las palabras que Alfredo susurraba, tierno, en sus oídos. Se dejaba querer en cada caricia que él amasaba, en cada mirada, cada estremecimiento. Pero era parca en palabras, racaneaba sentimientos. Y Alfredo quería más amor, mas decisión. Creía firmemente que no lo amaba.
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- "No me quiere, es un hecho... Y no se va a molestar en venir... ¿Para qué pasar frío, para qué aguantar la lluvia...?
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Dobló el recodo del camino que lleva hasta la cruz de piedra en el claro del bosque. Ya podía verla, con aquel ramo de flores que alguien sujetaba todas las semanas al crucero con una cuerda. Al arreciar la lluvia la vio. Apretujada bajo el paraguas negro, temblando de frió. Ella miraba el camino como si esperara ver llegar a alguien desde la oscuridad del bosque. Al verlo soltó el paraguas de la mano y corrió a abrazarlo con todas sus fuerzas, apretándole, comiéndoselo a besos.
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- "Me quiere, me quiere" - repetía Alfredo para si - "Pero niña... ¿Que haces aquí con este frío y esta lluvia? Vas a coger frío, vas a enfermar. Mira que venir en vez de quedarte en casa..."
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Y la apretó contra si, suave, como para no romperla. Miró su cara, gotas de lluvia caían por sus mejillas. La besó en los labios. Su orgullo de hombre enrojeció su cara. Era tan feliz...

STEVE

miércoles, 26 de marzo de 2008

DELIRIO... FRENTE A UN ESPEJO

Locura. Pasión. Obsesión. Mi vida transcurre lentamente... No puedo negar lo que no soy y apenas si alcanzo a ser lo que soy. Siento ( puedo intuirlo) como si las contracciones, las convulsiones, fueran dolorosas, muy dolorosas. El caos. Mi vida transcurre lentamente hacia el caos. Como un arroyo tranquilo y encauzado dirigiéndose hacia la catarata mas alta, hacia el abismo, hacia la desintegración en millones de partículas, de moléculas. Cayendo, siempre cayendo en una eterna danza de agua y vértigo, de rocíos y escarchas, de arcos iris... Temblando como tiembla la flor al ser cortada.
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A un ser que le duele ser él mismo, le debería estar prohibida toda pasión. Sólo con vestir mis sueños con tus manos ya sonrío y, sin embargo, la desnudez es mi destino, el final. Te he besado con todas mis fuerzas, te he acariciado, he trazado surcos en tus caderas, dibujando el mapa de tu cuerpo, dejando huellas, abriendo zanjas. He quedado exhausto, rendido, y he querido mas y mas por no perderte, por inmortalizarte... Pero aún no has comprendido. Locura. Pasión. Obsesión.
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Sólo cometemos un error: intentamos comprender. El amanecer y el ocaso; las estrellas brillando; el temblor de un recién nacido; la cordura; la locura; el brillo, el resplandor; la magia, el hechizo; el alma; la ceguera; la música que suena en el silencio; el aroma de jazmines; la suavidad;la paciencia...
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Locura. Pasión. Obsesión. Déjame explicarte que, a veces, lo mas desconocido somos nosotros mismos. Qué caminar por senderos paralelos no es caminar juntos. Qué la vida nos debe otra oportunidad.
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STEVE


jueves, 20 de marzo de 2008

VAMOS A VER...

lunes, 17 de marzo de 2008

POR FIN

Por fin, mi amor ha llegado.

Mis días de soledad han terminado

y la vida es como una canción.

Por fin el cielo es azul,

mi corazón estaba envuelto en trébol.

La noche en que me miraste,

me pareció un sueño al que le podía hablar,

un sueño que puedo llamar mío,

encontré una emoción para apoyar mi mejilla.

Una emoción nunca conocida,

sonreíste y entonces lancé el hechizo.

Y aquí estamos en el cielo

Tú eres mío por fin.

Sonreíste, y entonces lanzaste el hechizo.

Y aquí estamos en el cielo.

Tú eres mío, por fin.



domingo, 16 de marzo de 2008

LA MONTAÑA

La recuerdo perfectamente a pesar de contar tan sólo con seis añitos. Alta, muy alta; desafiante y puntiaguda; casi simétrica. Era la obsesión de la chavalería de mi barrio. Todos queríamos ser los primeros en subir hasta la cima. Incluso Maxi, el del nº 2 de la calle de la Estrella, que parecía ya estar por encima de esas tonterías (9 años, ¡que mayor!), en el fondo de su corazón deseaba vencerla.

Un día no lo pensamos mas. Cinco niños valerosos nos lanzamos a conseguir tan importante empresa. Abrimos un boquete en la alambrada, fuera de la vista de curiosos y... allí estaba. Aún mas imponente de cerca. Sabíamos que el esfuerzo iba a ser grande; sabíamos que llegaríamos tarde a casa a comer; sabíamos que si el encargado de la fábrica nos pillaba, la cosa se iba a poner muy fea, muy fea (especialmente nuestros traseros), pero merecía la pena conseguir el sueño de subir hasta la cima aquella montaña de perchas de madera.

Comencé a subir a toda marcha. Las piernas se me iban colando entre los huecos y me las estaba desollando desde el tobillo al muslo. Cuando creía estar en una posición firme, las perchas se deslizaban bajo mis pies haciéndome perder el equilibrio y retrocediendo algunos metros que con tanto esfuerzo había conseguido subir. Pero yo me sabía el mas ágil de grupo de esforzados y paso a paso conseguí mi propósito: estaba en lo mas alto de la montaña de perchas, había sido el primero en escalarla, en conseguir la proeza.

Tanta alegría terminó mal. Saltaba y saltaba mientras gritaba de alegría cuando de pronto el suelo cedió. Mis pies resbalaron con las maderas y caí, como un esquiador, pendiente abajo, arrastrando percha y mas perchas, con tal estrépito que el encargado de la fábrica acudió al oír el ruido y nos pilló a los cinco escaladores subiendo casi en la cima de la montaña, salvo a mi que, escalabrado y sangrando me encontraba a los pies de la montaña aturdido y magullado.

Mi padre, avisado, vino a recogerme. Su cara denotaba claramente su enfado. No me dijo nada ni cuando bajé los ojos esperando la regañina. No me dijo nada mientras regresábamos a casa. Cuando intentaba limpiarme la sangre de las piernas y componerme un poco, me sonrió, me revolvió el pelo y me dijo:

- ¿Te has divertido, bichejo? - yo moví la cabeza afirmando. Me hubiera gustado contarle la sensación de la escalada, de coronar, incluso la de resbalar desde la cima hasta la base... Pero me mantuve en un prudente silenció - sabes lo que te va a pasar cuando te vea tu madre, ¿no? Será mejor que encuentres una buena escusa.

Y regresamos cantando a casa, dónde mi madre para variar, y siempre después de las tiritas, me dio una azotaina. Que mereció la pena por haber sido el único del barrio que había llagado a la cima.

STEVE

sábado, 15 de marzo de 2008

PIRATA

Estabas ahí, agazapado. Seguramente no puedes dirigir tu propia vida en el mundo real y vas por aquí intentando fastidiar a legos informáticos como yo, haciéndome pagar tus frustaciones, tus deseos incumplidos o, aquellas calabazas que te dio aquella preciosa rubia el verano pasado o el mal rollo con aquel guaperas que escogió a tu amiga en vez de a ti, dejándote sola aquel sábado por la noche.
Tal vez realmente sea divertido y me lo estoy perdiendo por no saber informática, pero de momento no lo entiendo. No entiendo el placer de entrar al blog de un pobre "pringao" como yo (literariamente hablando), hacerse con los mandos, cambiar, retocar, sustituir a tu antojo... para luego irte tranquilamente con el daño hecho, dejando una sensación de intromisión, de intrusión, de violación de derechos, de intimidades.
No se si te gustó el relato o simplemente lo elegiste por que era el último o por que hablaba de infancia y sentimientos de superación. Seguro que careciste de una infancia feliz (¡qué pena!) o que a ti eso de la superación es algo que no te dice nada.
Bien, ya me has robado un post, ahora ya eres dueño de lo que mi mente ha parido. Pues nada, que te aproveche, ya lo puedes archivar... Lo que no puedes es evitar que me queje y lo denuncie, que me enfade, que patalee. Es lo malo de escribir aquí directamente; no hay copias. Y si lo que pasa es que no te gusta ni como ni lo que escribo, entonces puerta, nadie te obliga a leer... ni a llevarte lo que no es tuyo
STEVE

miércoles, 12 de marzo de 2008

LA PASIÓN


Bien, aquí me tenéis...guapo, ¿verdad?. Dispuesto a seguir la tradición de la familia: Viernes Santo por la mañana (¡a las siete!) congelándome los pies y destrozándome el hombro... y disfrutando de la luz primaveral y de lo olores de esta ciudad a la que amo y, especialmente, de los niños.
Recuerdo cuando mi padre me llevaba todos los años a ver salir la procesión. Las manitas metidas en el abrigo, siempre de noche y la puerta de la Iglesia de Jesús vacía (igual que ahora, que no cabe un alma en todo el recorrido de la procesión). Procuraba verlas casi todas pero esta era mi favorita. Se puede decir que soy morao de cuna (nací en casa de mis abuelos, en la calle Santa Teresa), pero lo soy mas por la admiración que siempre sentí por mi padre. La vivía tanto que hasta un mocoso como yo lo notaba. El extraño sonido de los tambores, las bocinas de burla, esos pasos de belleza singular, únicos, perfectos: La Cena, La Oración, El Prendimiento (mi Beso, ¡hay, mi Beso!), Los Azotes, La Verónica, La Caída (¡que mirada la de La Caída!), ese Nazareno de mirada triste, El San Juan (¡dejadlo, que anda solo!) y mi Dolorosa huertana y madre, desgarrada...
Creo que hablo con pasión, no lo puedo remediar. Se que muy poca gente, casi nadie, es capaz de comprender esto, este sentimiento. Nunca he sido especialmente creyente, pero esto es otra cosa. Esto es nuestro, del pueblo y se lleva o no se lleva en la sangre... y yo lo llevo. Y sé que llevo a mi padre a mi lado, que ese día pide permiso allá donde esté para ver salir los Salzillos de Jesús y esperar a que pasen sus hijos
- "Ni para eso os ponéis de acuerdo. Uno en El Beso y el otro en La Verónica..."
Y este año una tristeza mas. Maruja no estará como todos los años al entrar a la calle San Antolín. El maldito cancer se la ha llevado. Seguro que al doblar la esquina y notar la ausencia de su risa, de ese "¡guapo!¡qué hermoso eres!" de todos los años... alguna lágrima caerá bajo el capuz.
STEVE

domingo, 9 de marzo de 2008

ELECCIONES 08

miércoles, 5 de marzo de 2008

ESO SIGNIFICA QUE ME QUIERE

Vanesa estaba asustada. Corría y corría sabedora de que la vida le iba en ello. Antonio por fin se había decidido a matarla. Cuando lo conoció parecía un buen tipo. Siempre pendiente de ella, siempre con el detalle, el regalo. Nunca imaginó que tras aquella hermosa sonrisa se escondiera la persona desequilibrada que resultó después; que con aquellas perfectas manos pudiera hacerle tanto daño.

Todo empezó por saludar a un antiguo compañero de colegio. Lo encontró en la calle mientras paseaba con Antonio. Le dio un par de besos y los presentó. Se despidieron con la promesa de quedar un día los cuatro para cenar y así poder presentarle a su mujer. Cuando llegaron a casa la mirada de Antonio se transformó. Comenzó a acusarle de mentirle, de engañarle con “aquel tipo” y le propinó la primera paliza. Depuse de aquello ya no volvió a hablar en la calle con ningún hombre: sabía que eso podía hacer enfadar a Antonio, enfadarle mucho, y ella no quería que ser la culpable de que se pusiera así y no tuviera más remedio que pegarle “por su bien”.

Dejó que empezara a elegirle la ropa para salir, que le “aconsejara” no usar biquini en la playa. Y ella se sintió “querida”. Importaba a su marido; estaba pendiente de ella. “Eso significa que me quiere…” ¡Qué tonta fue! Ahora se daba cuenta de que la anulaba como mujer y como persona, que marchitaba su juventud con órdenes y palizas, que sus dos hijos se estaban criando en un ambiente de violencia y de miedo.

Aún era joven cuando decidió escapar. Pidió ayuda para ella y sus hijos y desapareció, se escondió en un piso de acogida, denunció. Pero él estaba ya en la calle y la había encontrado. La orden de alejamiento no servía para nada y el la acosaba. Para cuando la Policía llegaba, él había desaparecido. Pero mas tarde Vanesa lo veía tras la ventana como se apoyaba en la farola frente al piso de acogida y esperaba. Esperaba como un lobo a su presa, acorralándola.

Hoy el pequeño se puso malo y consideró necesario llevarle a Urgencias. Seguramente la siguió al salir de casa. El cuchillo que distinguió en sus manos le hizo comprender: “va a matarme”. Dejó al niño protegido en el hospital para alejarlo lo más posible de él y salio corriendo. Corría por las calles pidiendo ayuda. “Va a matarme, va a matarme”. Todos la miraban como a una loca. Todos vieron el cuchillo hundirse en su pecho una y otra vez, abriendo paso entre la carne a la sangre que ya manaba a borbotones por sus heridas. Estaba herida de muerte, herida de machismo, herida de celos, de locura. Herida de la dejadez de una sociedad que no se enfrenta, de verdad, a su realidad. Herida de ella misma, que le perdonó la primera bofetada.

STEVE