
Hay veces que, con mucho esfuerzo, crezco, me expando, reviento en miles de pedazos, de palabras y de músicas ambas infinitas; que dejo por un momento mi escondite y me muestro al mundo superando temores atávicos, simples y complejos, originales, al fin y al cabo, de un ser que piensa y ve más allá de sus narices; quizá triste y melancólico, quizá anticuado por su empirismo exacerbado, pero siempre honesto y educado, generoso, sin casi ninguna pretensión, salvo la de ser escuchado...
Quizá el orgullo, o la envidia, que es lo mismo, me lleve, seguramente, por caminos errados, extraños y ridículos, pero no me queda más que la sensación de clamar en el desierto, de estar alimentando, con margaritas, a los cerdos.
Así que, como dice el anuncio, si no se acepta el pulpo como animal de compañía, me llevo mis margaritas a mi casa.
Steve