PROTESÍA 45

Antes de que las aceradas sombras del asfalto

destruyan finalmente todo este pasado,

debo crear espacio suficiente

para mi alma ansiosa de lo que fuiste.

He perdido aún mi último sueño,

pero hay que continuar arrastrando

los huesos por la calle para que tú los veas

y recuerdes desde lejos lo que he sido.

La carne se aprieta a la carne y surge el beso

y tú no eras diferente a ninguna otra;

sólo el hundimiento terco de mis ojos

reconocía tu pelo y lo olvidaba mio.

Tu mirada se cruzará algún día con la mía

y, en silencio, nos reprocharemos todo,

ocultando el bendito secreto cotidiano

que esconderán dos o tres lágrimas malcriadas.

Y será entonces, sólo huesos,

cuando asumiremos como nuestro,

sin apenas saberlo, este pasado absurdamente destruido

por las aceradas sombras del asfalto

STEVE