Se sientan en el Sofá

miércoles, 30 de enero de 2008

LA NIÑA

Me encontraba trabajando. De esos días en que, a pesar de que una mariposa revoloteaba por mi cerebro, me sentía feliz sin saber por qué... o sin poder explicarlo. La tarde era preciosa y cálida. Yo paseaba por la acera de un lado a otro, paseando mi hastío y mi uniforme, como un desfile corto arriba y abajo, arriba y abajo. Saludaba a uno de la metadona cuando sentí un tirón en el pantalón. Miré hacia abajo y allí estaba, con su manecita buscando la mía, sus grandes ojos mirándome y desafiando al mundo entero con su negro pelo encrespado. La falda del uniforme caída, los calcetines bajos, el índice izquierdo en la boca y la mano derecha en la mía.
-Hola-me dijo-soy Lucía Navarro y me he perdido.
Tan serio me lo dijo que casi me carcajeo mirando esa expresión tan de adulto si el tema no hubiera sido tan serio. Una niña perdida. Su madre, seguro, loca buscándola, sin consuelo.
Le dije:-Ven conmigo. Vamos a buscar a tu mamá.
Y obediente entró conmigo en el edificio, haciéndose rápidamente la dueña de la situación, provocando que, de no se sabe dónde, aparecieran por arte de magia galletas, caramelos, bombones y una coca cola que pidió caprichosa. Mientras yo me comunicaba con la Policía Local denunciando el caso. Ya tenían conocimiento de la niña perdida. Su madre estaba por la zona como loca buscándola y había dejado un número de móvil. Ellos la avisaban y se personarían en mi servicio.
No pasaron 15 minutos cuando entró la madre llorando. Desconsolada se la comía a besos, la apretaba tanto que tenía que dolerle a la chiquilla. Nos miraba a todos con una cara de agradecimiento y de alivio que ponían los pelos de punta.
-Se ven unos casos últimamente con los niños... - dijo recuperando el resuello.
Todos nosotros ya estábamos tristes pensando que Lucía desaparecería pronto de nuestras vidas. Por treinta minutos había sido la reina de la oficina y ya suspirábamos echándola de menos antes de que se fuera.De pronto se acercó a mi, me volvió a coger la mano y dijo con esa voz de pito:
-Vámonos, mamá- y tiraba de mi hacia la calle. Fue la risa general de todos la ocurrencia de la cría. Pero yo la miré a los ojos y comprendí que ella había intuido, como sólo un niño puede intuir, que yo parecía alguien de fiar. Yo pensé en irme con ella... con tres años me había cautivado.
STEVE

domingo, 27 de enero de 2008

TARTA DE MANZANA

Durante toda la comida sus ojos buscaban el suelo. Cada voz, cada ruido, la encogían, la inquietaban. A cada minuto esperaba oír el reproche que tanto temía, el grito que avergonzara su decisión. Miraba a todos lados, recelaba de toda sombra... estaba asustada. ¿Qué tenia de malo una comida con un amigo? Nada. Pero se sentía inquieta: él estaba en todas partes... su miedo estaba en todas partes.
El decidió pedir de postre café y esa tarta de manzana que antes habían visto "con esa pinta tan rica", como él dijo. El azúcar de la tarta fue levantando su mirada y descubrió que era precioso el cielo junto al mar, que el sol había decidido primaverear para ellos produciendo esa sensación suave que te lleva a quitarte algo de la ropa que el invierno obliga. Lo miró a los ojos y recordó que lo amaba, que reconocía que lo amaba, que sentía que lo amaba... la tarta resbaló por la comisura de sus labios y, al recogerla, sintió el ansia de sus besos, el deseo de sus manos, de apretarse, de apretarlo.
Y se vio a si misma diciendo en voz alta "llevame a tu casa", a esa casa dónde, por fin, se sentiría segura, dónde explotaría su amor en mil colores, en mil gemidos. Se vio desnuda y entregada, sintió uno a uno sus besos, su cariño, sus caricias, su ternura. Noto con alegría la ilusión en su cara, en sus poros que se retorcían a cada caricia, a cada trazo de sus dedos, a cada surco de su lengua, abarcándola toda, poseyéndola entera...
Un gemido seguido de otro mas le anunció la llegada del placer, del éxtasis prometido, del gozo de su cuerpo, de la paz en su mente. lo miró como se mira algo nuevo, recién estrenado, y lo apretó a su cuerpo enlazándolo con sus piernas para que no se escapara, intentando parar el tiempo y yacer así, con él, eternamente.
Pero la esperaban su casa y su perro, sus obligaciones, sus entrañas... debía volver y lo sabia, debía soltar el lazo de sus piernas, liberarlo, deshacerlo. Montó en el coche y, de vuelta a casa, decidió que lo que había pasado lo quería para siempre. La ternura, el amor, el deseo y su boca, esa boca y esos besos que habían reducido su voluntad a nada, a cenizas.
Y al despedirlo, después del último "te quiero", notó como sus ojos volvían a buscar el suelo, que cada voz, cada ruido la inquietaban, que posiblemente él leería en sus ojos la culpa, la vergüenza... el miedo.
STEVE

miércoles, 23 de enero de 2008

LA ALMOHADA

Las notas de tus susurros apagados recorrian impacientes las líneas telefónicas hasta llegar hasta mi alma, acariciándola. Todo parecía perfecto, metódico: yo hablaba y hablaba y tu reias con mis ocurrencias, con mis locuras. Tu día se convertía en feliz bien entrada la madrugada. Como casi siempre que hablamos conseguía desgranar uno a uno tus fantasmas, tus sinsabores, haciendo brotar la risa que se te negaba, la felicidad que la vida te enseñaba como un pecado mortal.
Y de pronto... una frase. Una frase desnuda de malicia, ajena al doblez, a la discusión, me recordó que no eres mía, que no te sientes mía, que en la almohada hay un hueco dónde él pone su cabeza.
A veces no puedo soportarlo... pensar en su cuerpo a tu lado, tan cerca de mi anhelo que parece que me toca, que lo huelo, que lo espero en tu lugar para que no te mire, ni te sienta suya. Lo noto respirar tan cerca de ti que me desvelo cuidándote inútilmente, protegiéndote en vano de su desprecio, su desden y su deseo...
A veces no puedo soportarlo... Convivir con el hecho cruel de que eres de otro, de que mi amor debe esconderse, bajar la voz, avergonzarse.
Besos escondidos, sin tu almohada, clandestinos...
STEVE

sábado, 12 de enero de 2008

EL CASON


Yo nací en esta calle... y ya de pequeño me atraía y me aterraba este casón. Como entonces estaba abandonado, los críos nos colábamos por cualquier agujero y entrábamos en esta casa encantada, con su escalera llena de pinturas de "fantasmas", su suelo de madera medio podrida que crujía incluso con nuestro peso de niños, y sus ventanales tapados con altas contraventanas de madera del suelo al techo... Fue la casa encantada de mi niñez, la prueba de la valentía infantil, el sitio dónde empecé a fumar...
Cuentan que el Señor de la casa (reconocido escritor y periodista de la ciudad) como se estilaba en esa época (1834 - 1902), sedujo a una criada a la que dejó embarazada. Esta dio a luz un varón y madre e hijo desaparecieron sin dejar rastro. La leyenda cuenta que la Señora de la casa enterada del hecho y para evitar el escándalo, convenció al marido infiel a solucionar el asunto de manera trágica, asesinando a ambos y enterrándolos en el sótano de la casa. El arquitecto consiguió un acta de diputado, dedicándose a la política y viviendo en Madrid, lejos de la esposa y del lugar de su no probado crimen. Los frescos en las paredes de la escalera central de la casa no son mas que remordimientos de una mente atormentada, la de la Señora de la casa, autora de dichos frescos...
Ahora he vuelto a visitar la casa, reconstruida, renovada, rejuvenecida... y me he enterado de que al realizar las obras, en el sótano, aparecieron enterrados los cuerpos de una mujer y un niño recién nacido. El lugar se ha señalizado con un círculo de cristal blanquecino, opaco, siempre iluminado por una blanquecina luz de neón. Así se "señaliza" el crimen de un hombre rico que quedó sin castigo... ¿o fue la mujer la asesina?

lunes, 7 de enero de 2008

PILAR

Pilar y yo nos conocemos desde... desde que estoy en esto... ¿ocho años? (¡qué barbaridad!) y ya estaba tardando mucho en hacer público homenaje a esta mujer que me ha ayudado tanto a resolver partes de mi vida.
Pilar y yo lo hemos sido todo. Incluso una vez nos convertimos en niños y nos "hicimos novios". Pero reconozco que ella ha sido siempre un poco mas todo que yo. Yo siempre he actuado con ella de la manera mas necia que una persona puede actuar con otra. Y para que hablar de mis desapariciones, absurdas, sin sentido... Y ella siempre a respetado mi necedad y me ha acogido una y otra vez, siempre dispuesta a darme lo mejor de si misma en cada regreso. Me da ese amor alegre que se le da al hijo pródigo. Contenta de mi regreso sin preguntar por qué me fui, sin importar a dónde fui.
Sabemos que nuestras almas están condenadas a juntarse una y otra vez en un baile infinito, quizás cósmico, tal vez eterno. Y el que yo me rebele de vez en cuando no tiene sentido, es sólo necedad y ella lo sabe. Incluso diría que se alegra que me aleje por que disfruta con mi regreso... resignado, enfadado, necesitado. Me trata como a un niño, por que me convierto en niño a su lado. Y yo soy feliz de desprenderme de las ataduras del adulto, de los miedos...
Nunca agradeceré bastante a la vida que te pusiera en mi camino... cuanto he aprendido de ti, cuanto me has dado. por eso, ahora que me he enterado que me lees, y por que lo mereces, te dedico este post para decirte que ya te echo de menos, que me perdones, que vuelvo... ¿Me aceptas, me acoges... hablamos?
Quiero mis Reyes