DIVAGANDO (Locura no creativa)

A las horas rojas (ceros acumulados, bocinazos estridentes, malas caras...) se suceden, casi de inmediato otras amarillas, lacias, tiradas. Camino al borde del arco iris buscando un color neutro que me impregne, y tan sólo la locura que soy capaz de reconocer, me eleva en estas tardes de lectura de poemas.

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Estoy cansado... pero siempre estoy cansado. Aunque la verdad es que sigo acercándome a las ventanas a curiosear las poses de los otros, en inteligencias superiores, para mortificarme en la propia necedad, en que no llegaré nunca a lo que esperé de mi, a lo que un día me propuse amar y no supe: yo mismo.

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La sensación de que es inútil todo lo que haga, que todo está escrito, de que intentar derribar un ladrillo del muro es echar margaritas a los cerdos. Seguramente a mis letras le falte la curva definitiva y sensual que estimule los cerebros y las manos. Seguramente no emanen de ellas la feminidad que merece quien pone sus ojos en ellas para deleite de sus sentidos, aunque sólo sea del sentido de la imaginación, de la mentira.

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Si ya se que ya lo he dicho: estoy tan cansado, que el hecho de escribir me causa irritación en las falanges. Se me llenan las uñas de la suciedad de las letras muertas que un día escribí por una causa que ahora ya no recuerdo... y me canso. No consintáis que mi mente avance, que camine insoslayable por páginas y páginas de letras, de palabras, de poemas con corazón desgarrado, manos amputadas, labios cosidos en el primer grito ahogado. Intento que mi vida rime y sólo consigo silencio, agonía y silencio.

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Será que anoche la tormenta eléctrica me descargó en lo ojos, seca y ruidosa como una mala amante. Será que reducir la medicación no ha sido una buena idea. Será que por fin estoy aprendiendo a morir, en silencio, abonico...

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STEVE

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P.D. Entenderé que paséis del rollo incomprensible. Entended vosotros mi silencio durante unos días.