Se sientan en el Sofá

miércoles, 23 de enero de 2008

LA ALMOHADA

Las notas de tus susurros apagados recorrian impacientes las líneas telefónicas hasta llegar hasta mi alma, acariciándola. Todo parecía perfecto, metódico: yo hablaba y hablaba y tu reias con mis ocurrencias, con mis locuras. Tu día se convertía en feliz bien entrada la madrugada. Como casi siempre que hablamos conseguía desgranar uno a uno tus fantasmas, tus sinsabores, haciendo brotar la risa que se te negaba, la felicidad que la vida te enseñaba como un pecado mortal.
Y de pronto... una frase. Una frase desnuda de malicia, ajena al doblez, a la discusión, me recordó que no eres mía, que no te sientes mía, que en la almohada hay un hueco dónde él pone su cabeza.
A veces no puedo soportarlo... pensar en su cuerpo a tu lado, tan cerca de mi anhelo que parece que me toca, que lo huelo, que lo espero en tu lugar para que no te mire, ni te sienta suya. Lo noto respirar tan cerca de ti que me desvelo cuidándote inútilmente, protegiéndote en vano de su desprecio, su desden y su deseo...
A veces no puedo soportarlo... Convivir con el hecho cruel de que eres de otro, de que mi amor debe esconderse, bajar la voz, avergonzarse.
Besos escondidos, sin tu almohada, clandestinos...
STEVE

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Triste amor el que tiene que esconderse... Tal vez, algún día, esa almohada deje de esperar a ese otro.


Besos

Anónimo dijo...

A veces? Yo no podría soportarlo... Seguro que cuando la ves, huele a él, sabe a él, por que no te creeras que no hay tema durmiendo en la misma cama... sería de ingenuos

besazos