Se sientan en el Sofá

martes, 25 de agosto de 2009

EL SENDERO


La tormenta le pilló en el sendero. No había dónde guarecerse de la lluvia, así que su decisión fue la de continuar el camino. Desde hace unos meses disfrutaba con el senderismo, con la soledad, con la naturaleza. Le convencieron de que además de sano, servía para encontrarse a sí mismo. Esa tarde se había estado buscando con mucha dedicación. Su cerebro funcionaba, funcionaba... y la lluvia arreciaba cayendo cada vez con más y más intensidad. Aceleró el paso sin saber muy bien para qué, pues el sendero serpenteaba por una zona con solo vegetación baja, sin árboles que pudieran guarecerle de la fuerte lluvia. Un rayo cayó muy cerca de él, haciendo humear la tierra que, seca y asfixiada, absorbía la lluvia con apremiante necesidad.

De pronto noto como su miedo caía al suelo formando un gran charco negro. Se paró a observarlo y mientras lo hacía noto como por sus manos resbalaba la cobardía que, reptando, se alejaba velozmente. Siguió el camino sintiéndose aliviado y sintió, incrédulo, como la lluvia limpiaba la tristeza de su cara, mojándola con la alegría de las nubes, con la esperanza del arco iris. El mundo se le antojaba cambiante, distinto, y al pasar su mano por la cabeza para limpiar el agua de la lluvia, se llevó con ella el pasado que se escondía seguro entre su pelo. Viendo la limpieza que se estaba llevando a cabo en él, saco su negro corazón de su pecho, y la lluvia lo tornó en un segundo de un rojo vivo, rojo vida, pasión.

El sol comenzaba a asomar por entre las nubes cuando vio en sentido contrario a un niño que avanzaba hacia él con paso veloz. Al llegar a su altura el chaval se paró y lo saludó sonriente:

- Hola - dijo - Ya me has encontrado.

Y lo tomó de la mano mientras tiraba de él para seguir caminando. Cuando llegaron al final del camino el niño se marchó, perdiéndose tras una loma, no sin antes ayudarle a desnudar su alma de odios, de envidias, de rencores, del pasado, transformando su alma en la de un niño.

Y ya limpio volvió a casa y la echó de menos. La tormenta, después de todo, no pudo limpiar el amor.


STEVE

3 comentarios:

Gala dijo...

Ojala tuvieramos cada uno de nosotros tormentas de esa clase.
Me ha emocionado el leer que permaneció en él lo mas grande que poseemos que es el amor.

Un beso.

Gala

Anónimo dijo...

holaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
mo bellezon...este poema de aqui babajo me encanto nene esta hermoso!

mira esta mal que diga pero hoy es mi cumpleaños_!!!!!!!!!!!!!1
quiero compartirlo contigo....asi que bueno...aqui estamos....

solo me queda decir que me alegra tener tu amistad y tus palabras...
gracias por estar....y aguanten los maracasos!!!!!!!!!
sau :)

Mar y ella dijo...

Lo que se arraigado fuertemente en nosotros no hay viento ni lluvia que pueda hacer lo suyo.....

Me gustan mcucho tus reflexiones...


Gracias:)



Mariella