DEPRESIÓN (FOTORELATO 38-4)

La subida había sido penosa, pero al contemplar el paisaje se dio cuenta de lo mucho que el esfuerzo merecía la pena. Las nubes parecían danzar a su alrededor alegres de su presencia. Tenía todo el día para pensar, para digerir los malos momentos por los que su vida rodaba, se perdía y caía rápidamente.


A lo lejos, un solitario rayo estruendoso y seco desgajó un viejo árbol que, segundos antes, desafiaba a la vida con fiereza. Su alma se estremeció aletargándose a las consecuencias. El tronco del árbol aún humeaba cuando, sin motivo, se echó a llorar.

Su vida había ido cumpliéndose intentando que por duro y empinado que fuera el camino, se viera rodeado de luz, de color, de flores, de poesía ...

Aunque al fin hubo de reconocer que soledad e incomprensión se turnaban para amargar su camino frío y húmedo.

Y el amor le había dado la espalda como último suspiro, dejando ver su belleza alejarse, alejarse, lentamente, alejarse, para siempre...

Y sacó sus sentimientos al sol durante un tiempo, sin avergonzarse, sin esconder ni uno sólo de ellos, sin acomplejarse por la complejidad, la dificultad que sabía representaban para la mayoría de las miradas, de las mentes, de las almas que día día analizaban el sentido de su vida, de su forma de amar, de sentir, de vivir... Sin conseguirlo... deprimiéndose, muriendo la poesía no leida, no sentida, derritiéndose su espíritu lentamente.


Steve