Vanesa estaba asustada. Corría y corría sabedora de que la vida le iba en ello. Antonio por fin se había decidido a matarla. Cuando lo conoció parecía un buen tipo. Siempre pendiente de ella, siempre con el detalle, el regalo. Nunca imaginó que tras aquella hermosa sonrisa se escondiera la persona desequilibrada que resultó después; que con aquellas perfectas manos pudiera hacerle tanto daño.
Todo empezó por saludar a un antiguo compañero de colegio. Lo encontró en la calle mientras paseaba con Antonio. Le dio un par de besos y los presentó. Se despidieron con la promesa de quedar un día los cuatro para cenar y así poder presentarle a su mujer. Cuando llegaron a casa la mirada de Antonio se transformó. Comenzó a acusarle de mentirle, de engañarle con “aquel tipo” y le propinó la primera paliza. Depuse de aquello ya no volvió a hablar en la calle con ningún hombre: sabía que eso podía hacer enfadar a Antonio, enfadarle mucho, y ella no quería que ser la culpable de que se pusiera así y no tuviera más remedio que pegarle “por su bien”.
Dejó que empezara a elegirle la ropa para salir, que le “aconsejara” no usar biquini en la playa. Y ella se sintió “querida”. Importaba a su marido; estaba pendiente de ella. “Eso significa que me quiere…” ¡Qué tonta fue! Ahora se daba cuenta de que la anulaba como mujer y como persona, que marchitaba su juventud con órdenes y palizas, que sus dos hijos se estaban criando en un ambiente de violencia y de miedo.
Aún era joven cuando decidió escapar. Pidió ayuda para ella y sus hijos y desapareció, se escondió en un piso de acogida, denunció. Pero él estaba ya en la calle y la había encontrado. La orden de alejamiento no servía para nada y el la acosaba. Para cuando la Policía llegaba, él había desaparecido. Pero mas tarde Vanesa lo veía tras la ventana como se apoyaba en la farola frente al piso de acogida y esperaba. Esperaba como un lobo a su presa, acorralándola.
Hoy el pequeño se puso malo y consideró necesario llevarle a Urgencias. Seguramente la siguió al salir de casa. El cuchillo que distinguió en sus manos le hizo comprender: “va a matarme”. Dejó al niño protegido en el hospital para alejarlo lo más posible de él y salio corriendo. Corría por las calles pidiendo ayuda. “Va a matarme, va a matarme”. Todos la miraban como a una loca. Todos vieron el cuchillo hundirse en su pecho una y otra vez, abriendo paso entre la carne a la sangre que ya manaba a borbotones por sus heridas. Estaba herida de muerte, herida de machismo, herida de celos, de locura. Herida de la dejadez de una sociedad que no se enfrenta, de verdad, a su realidad. Herida de ella misma, que le perdonó la primera bofetada.
STEVE
7 comentarios:
Tremendo relato, pone los pelos de punta pensar que es una realidad, que hay muchisimas mujeres en esa situacion, con esos miedos y por desgracia con esos finales.
Un besazo.
Lola
¿Antonio?, ¿niño en urgencias?. Uff!
piq
Un relato de gran crudeza pero encerrado en una realidad que no nos es ajena.
Me gustó.
Parece mentira que hoy en día existan muejres que permitan este tipo de tratos pero esto va de la mano con la independencia, autoestima, los valores... pero pasa!! la mentablemente es una realidad!!!
Lola. Efectivamente, hay demasiadas mujeres en esta situción y que acaban así. Deberíamos preguntarnos todos los "porqués" y no sólo una parte.
piq. Me alegro de que me hayas encontrado. Me da gusto verte por aquí. No seas macabra: lo de urgencias y Antonio han sido una mera coincidencia, ni siquiera habia caido... por cierto, ¿todo bien?
Esteban. Gracias por seguir pasando y porque te sigue gustando... Por desgracia cada dia se producen mas muertes asi.
Gaby. Me alegro de leerte. Ya te echaba de menos. Creo que independientemente de cabestros asesinos, las mujeres no deberiais permitir ciertos comportamientos desde el principio. Es España salimos a dos muertes a la semana de media de mujeres que anteriormente han pasado por el maltrato. Y se evitaria con lo de siempre: dinero, por que está visto que la educación no funciona.
Gracias a todos por pasar a leer y comentar
Tristeza me da ver mujeres que se dejan dominar primero, ningunear después y que no reaccionan a la primera bofetada porque luego puede ser muy tarde.
Besos
Creo que la solución futura en manos hoy de las mujeres, es la educación prestando mucha atención a los valores, al respeto a los demás de nuestros hijos. Enseñarles que todos tenemos los mismos derechos sin distinción de sexo, raza ó religión. Y digo en manos de las mujeres porque pasamos mas tiempo con ellos. Debemos darles ejemplo respetándonos a nosostras mismas.
M.P
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