CIBERSEXO

Bueno, prometí hablar sobre el tema y ya me estoy retrasando y me gusta cumplir mis promesas aunque sea tarde, así que Paula, va por ti.

No soy precisamente un chaval y por ello no voy a asustarme ahora, a la vejez, de nada, por eso tengo que confesar: He tenido Cibersexo... Era una tarde de esas raras, de esas de... Bueno, era por la tarde. Nos conocíamos desde hacía poco y hablábamos de los problemas de la vida, de... Bueno, de las tonterías que se suelen hablar por Internet las primeras veces que entras. No se como fue, ni quien empezó, pero una frase llevó a la otra y el Messenger comenzó a calentarse y los dedos echaban humo.

El caso es que pasó lo que tenía que pasar, vamos, lo que pasa en estos casos y mi opinión sobre el cibersexo no cambió para nada. No digo que no me gustase, pero poco mas o menos se trata de un acto hedonista, solitario, leyendo las frases entrecortadas y haciendo un gran ejercicio de imaginación. Han pasado los años y seguimos siendo amigos, pero cada vez que he sacado el tema en estos años que han pasado (seis? siete? ocho?) yo siento vergüenza de lo ocurrido, y se que ella también.

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No criticaré a los defensores, ni siquiera a los adictos, que los hay, pero llamar a esto "sexo" o "cibersexo" me parece una equivocación. Para mi el sexo es el estímulo desmedido de todos los sentidos: vista, oído, olfato, gusto, tacto... y una pizca como un camión de eso que llaman deseo. Y está claro que esto del cibersexo dista muy mucho de ser nada, ni remotamente, parecido. Pero si no se hace daño a nadie y es consentido me parece perfecto.

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Aunque, para ser sinceros, guardo en mi mente la imagen de una mujer preciosa en la cama con sólo la parte de abajo de un bikini color pistacho. En mi mente y en mi corazón.

STEVE